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Inversiones: algunos apuntes básicos

«No es necesario hacer cosas extraordinarias para conseguir resultados extraordinarios» Warren Buffet Invertir no es un arte, ni tampoco una ciencia

«No es necesario hacer cosas extraordinarias
para conseguir resultados extraordinarios»

Warren Buffet

Invertir no es un arte, ni tampoco una ciencia. Las inversiones son decisiones. Algunas de ellas, puede que basadas en un enfoque más emotivo o más racional, pero al fin y al cabo, ni existe un modelo exacto que siente precedente futuro, ni tampoco pueden acometerse dejándose llevar por ciertos impulsos de nuestro hemisferio derecho.

Realizar inversiones requiere de ciertos elementos matemáticos indicativos, pero la forma en la que obtener el fin de las mismas – la máxima rentabilidad-, puede variar en función de la creatividad del gestor a la hora de escoger una opción u otra.

Variables básicas

Esto quiere decir que ciertos indicadores, como la cuantía requerida entrada, los plazos de retorno, la tolerancia al riesgo marcada, o la propia rentabilidad, entre muchos otros factores, deben medirse de forma inamovible.

Un gestor de inversores eficaz debería asegurar ciertos parámetros o resultados esperados de base para acometer cualquier tipo de proyecto económico con su cliente, dado que éste, pretende obtener las mínimas fluctuaciones en cuanto a la relación promesa-resultado, dado que la incertidumbre al respecto de los resultados, salvo que sea muy dicho, ya la tiene él.

Pero, ¿en qué consiste una inversión? Se entiende como  todo desembolso de capital para obtener beneficios o ganancias en el futuro. Así, en cuanto a la selección del tipo de operación concreta en materia de inversión, hoy proponemos una clasificación básica para los posteriores análisis a la hora de su elección respecto a las posibilidades que los mercados ofrecen, a través de las variables de: naturaleza, duración, objeto, conocimiento, relación y flujos esperados. 

Mix de variables

Exponer las diferentes variables que entran en juego en las inversiones resulta útil para ayudar a configurar el mix apropiado de elementos guía, que como apuntábamos anteriormente, aportarán esos resultados esperados, o por lo menos, metas estratégicas a alcanzar.

Según la naturaleza de lo invertido:

  • Inversiones reales o productivas: bienes o activos productivos, es decir, bienes cuya utilidad es la producción de otros bienes.
  • Inversiones financieras: aquellas en las que no existe creación de riqueza, sino cambio de titularidad del bien.

En función de la duración de la inversión:

  • Inversiones a corto plazo: tienen una duración inferior al año.
  • Inversiones a largo plazo: su duración es superior al año.

A propósito del objeto de la inversión:

  • Inversiones de renovación o de reemplazo: cuando se sustituyen equipos, instalaciones por otros nuevos debido a causas internas, desgastes y averías, o a causas externas como la obsolescencia.
  • Inversiones de expansión: para aumentar la capacidad de producción y venta y atender así a una mayor demanda en el mercado.
  • Inversiones de modernización o innovación: buscan disminuir los costes, simplificar el proceso productivo o mejorar el producto para hacer frente a la demanda.
  • Inversiones estratégicas:
    • Ofensivas o agresivas: buscan nuevas penetraciones en el mercado.
    • Defensivas: buscan mantener la posición en el mercado.
    • Otras inversiones: pueden ser de carácter social, obligatorio, etc.

Partiendo del grado de conocimiento que se tenga sobre la distribución futura de capitales:

  • Inversiones en ambiente de certeza: conocimiento cierto de los resultados futuros.
  • Inversiones en ambiente aleatorio o de riesgo: el futuro sólo se conoce en términos de probabilidad.
  • Inversiones en ambiente de incertidumbre: no se conocen las probabilidades de los resultados futuros.

En base la relación que guarden dos inversiones entre sí:

  • Inversiones independientes: la aceptación de una de las inversiones ni influye en la realización de la otra.
  • Inversiones interdependientes:
    • Complementarias: la realización de una de ellas favorece la realización de la otra.
    • Sustitutivas: la realización de una de las inversiones dificulta la ejecución de la otra.

 A tenor del signo de los flujos monetarios que genera la inversión:

  • Inversiones simples o convencionales: existe un flujo neto de caja inicial o incluso alguno consecutivo negativo, y todos los restantes son positivos.
  • Inversiones no simples o no convencionales: algún flujo neto de caja resulta negativo y no es consecutivo con el inicial.

Qué pedirle a un asesor o gestor de inversiones

Sin entrar en un escenario en el que el cliente es dicho en esta área y decide -estaríamos hablando entonces de una relación no discrecional-, en la gestión de inversiones suele entrar la figura de un asesor o gestor externo, es decir, se trata de una gestión discrecional.

El propósito de éste, tan predecible, como claro: garantizar el éxito en las inversiones de su cliente, que por ende, será también el suyo. Como ocurre en otros ámbitos, tales como la asesoría fiscal, jurídica, comunicativa o incluso, física, se trata de una relación basada en la confianza.

Ahora bien, un caso como éste, en el que se deposita una cantidad de capital que ya está garantizado y seguro, en unas manos ajenas, el término de confianza aparecería de forma coetánea con el de garantía o seguridad.

En este sentido, en primer lugar, sería recomendable preguntarse cuál es la prioridad. Si la prioridad es el mínimo riesgo, o por el contrario, la máxima rentabilidad. También inciden ciertos límites éticos que se planteen, o incluso la aglomeración o no de capital en una u otras operaciones.

Asimismo, los gestores de inversión tienden a especializarse en determinados segmentos del mercado o estrategias de inversión, por lo que también incide el expertise de dicho gestor en uno u otro campo determinado, además de su experiencia general en la llevanza de carteras de inversiones.

Este simple ejercicio que el lector acaba de experimentar serían las semillas de un diagnóstico previo, algo básico de entrada para contar con un perfil de la cartera que se va a gestionar, y que de no tener lugar, de primeras podría generar desconfianza.

Al margen de la independencia, la honestidad y la claridad, proponemos como competencias básicas para los gestores de inversiones aspectos como:

  • Visión: Experiencia, tanto del tipo de inversión que nos plantea, como de la práctica asesora.
  • Calidad: Los resultados no deben sólo de ser fiables, sino plenamente permitidos. De nada sirve obtener ganancias, si después se puede abrir un procedimiento legal bajo nuestros pies.
  • Transparencia: En todo momento debe de ser posible consultar y controlar lo que está haciendo el gestor. Ello no quiere decir arrebatarle la independencia, sino saber a dónde va nuestro patrimonio.
  • Regularidad: ¿De qué sirve ganar en un mes y perder en los once restantes?
  • Flexibilidad: Es evidente que no todos los inversores pueden disponer del mismo tipo y tamaño de capital, o incluso, que la misma capacidad mengue en un tiempo determinado. Es importante, pues, poder variar el ritmo si se nos plantea la necesidad.

Así, al fin y al cabo, de lo que se trata, como siempre, es de acercar el alto management al que se asocia la práctica inversionista al día a día. Al tuyo, concretamente.
Más: info@verumasesores.com

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